Es que…

Es que te amo tanto que me duele.

Es que te amo tanto que cuando te veo, las lágrimas llenan mis ojos, no se lo pueden creer.

Es que eres tan puro, tan bonito, tan alegre, tan lleno de vida, que me estremezco al pensar que tu vida está ligada a la mía.

 

Es que eres tan mío, y a la vez no te poseo, que me dan ganas de gritarle al viento que me traiga de nuevo tus primeros días, para disfrutarte enteramente una y otra vez.

Es que te amo tanto, que mi corazón se hincha de orgullo.

Es que te amo tanto que una sonrisa tuya es más fuerte que el sol.

Es que te amo tanto, que te llevo dentro de mi alma, para siempre.

 

Es que eres tan grande y a la vez tan pequeño…

Es que eres mi chiquitín, no importa si el tiempo pasa, no importa si te vas y no vuelves…

 

Es que eres mi hijo, y por eso te amo tanto.

Querido Joaquín

A estas alturas de nuestra relación, deberíamos saber más uno del otro. Tú lo sabes casi todo sobre mí, soy demasiado chismosa y no puedo resistir contarte cada ínfimo detalle de mi vida, aunque no haya sido muy larga ni particularmente colorida. Pero yo no sé nada de ti. Sólo sé tu nombre porque yo lo elegí para ti, sólo sé tu edad porque cada día llevo la cuenta, sólo sé que te gusta el chocolate por la manera en que te mueves cada vez que lo como. Sé que te preocupas por mí, cuando te da por flojear y no te mueves, yo entro en pánico; das un salto mortal para hacerme saber que estás muy bien, que sólo estás, bueno, flojeando.

También sé a ciencia cierta que tu persona favorita en el mundo es tu papá, porque pareces un contorsionista karateca cada vez que oyes su voz. Pero no sé cómo es tu voz, no sé cómo es tu rostro, no sé a qué huele tu cuello. No sé cuál es el color de tus ojos, y mucho menos cuál es tu música favorita. No tengo idea de muchas cosas importantes sobre ti, y eso debería alejarme en otras circunstancias. Pero contigo, todo ha sido tan mágico y maravilloso que no necesito saber más de lo que ya sé para amarte infinitamente y sin reservas. Desde el minuto en que supe que estabas ahí, creciendo, en ese cubículo helado de hospital, me sentí la mujer más afortunada del mundo.
Mucha gente me dice que es malo tener varones de primero, porque eventualmente terminan abandonándote. Pero te digo una cosa, aunque no sepa mucho sobre ti, estoy convencida que tú eres el único hombre que jamás dejará de quererme y que ni durante un solo segundo dudará de su amor por mí.

Últimamente la espera se ha hecho cada vez peor, siento que cada vez falta más tiempo para vernos, para tenerte en mis brazos, para sentir que el amor entre una madre y su hijo es único, irrepetible e irremplazable, para seguir imaginándome cuál será la primera palabra que dirás o a qué edad decidirás comenzar a caminar y explorar el mundo. Soy una persona impaciente, gruñona y a veces fastidiosa con los pequeños detalles, pero durante este tiempo he aprendido que esas tres virtudes que poseo deben ser guardadas en un cajón hasta que seas adolescente, porque sin duda tendrás tendencias que yo creeré suicidas y los demás verán como ganas de aprender. No puedo esperar más a que pintes las paredes con creyones de cera y tu papá se vuelva loco y yo me ría mucho mientras les tomo fotos. No puedo esperar a verte sonreír la primera vez. Será divertido ver tu expresión la primera vez que veas a un animal en carne  y hueso. O la expresión de tu papá cuando lo llames por su nombre para enseñarle tu nueva gran hazaña.

Eres mi pequeño pedacito de amor. Saber que estás vivo me llena de una dicha inmensa, de muchísima felicidad, de amor infinito. Eres la prueba de que el amor no se piensa, se siente y se vive con intensidad, para que pueda ser disfrutado. Probablemente cuando tengas capacidad de entender esto no seré capaz de entregártelo. No quiero que pienses que tu mamá es muy sentimental. Quiero que me veas como la mujer fuerte y segura que no soy, pero en la que tendré que convertirme para tenerte seguro y a salvo. Quiero que cuando hables de mí, te sientas orgulloso, así como yo me siento orgullosa de ti sólo porque sabes moverte. Aún me quedan muchos años de sentirme orgullosa, de amarte mucho, pero hoy, creo que la finalidad de todo esto es decirte: Gracias por decidir venir a mí y bendecirme.

Tu mamá, Amaranta

(Ahora Joaquín tiene 7 meses de nacido)

Siempre

Llegaba tarde a casa, el par de tragos con los compañeros fueron más de un par, las luces apagadas por un momento lo hicieron sentir en un lugar vacío, con eco, lleno de dolor profundo,; al encender la luz de la entrada sintió alivio y calidez

Cerró las puertas y encendió el resto de las luces de la casa, se sentó al borde de una silla del comedor pensando en lo bien que la pasó mientras se desvestía. Se dirigió al baño y se metió bajo la ducha, mientras el agua refrescaba su cuerpo pensaba ahora en lo solo que estaba desde que Olivia murió y en que nunca se había permitido una sonrisa; terminó su baño, salió y se fue al cuarto que una vez fue de dos.

Se vistió, arreglo lo del día siguiente y se acostó. Encendió la televisión, pero no había nada interesante, o al menos algo que le sacara de la cabeza a Olivia, que lo hiciera dejar de pensar en lo indebido de sus risas y sus chistes esa noche y en  que no pensó en ella y en la falta que le hacía; se arrepintió un poco pero no podía dejar de reír al recordar que la noche estuvo muy agradable. Se dispuso a dormir, como siempre en el medio de la cama para no sentirse tan solo, la luz  de la sala encendida en su lado derecho  y el televisor apagado.

Sintió que lo observaban,» qué tonto», pensó, seguro el vino le hacía volar la imaginación, mas sin embargo se arropó hasta el cuello y cerró los ojos; pero aun así sentía la presencia de alguien que lo miraba sin vacilar,  y probó  boca abajo, del otro lado, con la almohada en la cabeza  y arropado por completo; la presencia seguía allí, fuerte, sin desviarse de su objetivo que claramente era él, llego al punto de contar los números a ver si lo olvidaba por completo pero era algo que su cuerpo sentía y no podía evitar. Pasaron los minutos y su corazón se fue calmando, su cuerpo relajándose y se dio cuenta que esa sensación ya la había experimentado antes, mucho antes; y con los ojos cerrados pensó en cuando Olivia lo miraba sin que él lo supiera y esa sensación lo hacía voltear  y sonreír , pero no sabía a dónde voltear y si debía sonreír y lo invadió el pánico     ¿Sería que Olivia venía a reprochar el que dejara de pensar en ella? ¿Qué sonrió y sus ojos se aguaron  de alegría?

¡¡¡Que descaro después que lo amo tanto!!!

Con la valentía que guardaba bajo la alfombra y que no sabía que tenía se levantó, apagó la luz de la sal,a volvió a la cama y se arropó de nuevo hasta la cabeza, y se dijo así mismo que eso no era posible, que estaba solo y que así estaría siempre. Pero la sensación de que algo lo miraba no se iba, de hecho lo sentía cada vez más cerca, se aproximaba con paso fuerte pero sin apuro, y hasta tenía olor; el pecho le latía a mil por hora, su respiración se aceleraba cada vez más, y ya estaba allí, encima de él, ese olor, ese olor que era  cada vez más fuerte, al igual que la mirada que no sabía de dónde venía pero que estaba allí, y entonces al abrir los ojos para enfrentarla, frente a él estaba Olivia con una taza de café caliente, para levantarlo pues  ya se le hacía tarde para ir al trabajo.